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Contratar a Finito López



Biografia

Ricardo López Nava nació el 25 de julio de 1966 en el famosísimo barrio bravo de Tacubaya perteneciente al DF, ciudad que lo vio crecer y llegar a convertirse en el rey del peso mínimo. Generalmente aparece en los listados de los expertos de box como entre uno de los primeros diez pugilistas mexicanos de todos los tiempos, y es ahí donde me parece que es el boxeador mexicano más infravalorado pues aparece siempre en dichas listas por debajo del número 5, es decir, no está considerado ni siquiera entre los 5 primeros puestos, cuando a mi juicio tendría que estar disputando con toda equidad los primeros 3 puestos, pero ¿qué opinan los expertos? Quienes opinan que no está a la altura de Chávez, Olivares y Sánchez argumentan que jamás “se atrevió” a subir de categoría, es decir, que toda su carrera enfrentó al mismo prototipo de peleador, al más pequeño y, per se, débil de todas las divisiones. En cambio, la realidad dicta que él jamás “quiso” subir de categoría porque desde un inicio optó por convertirse en un especialista del boxeo mínimo, cuyo reinado terminaría por abarcar la década de los 90s en su totalidad y durante el cual enfrentó absolutamente a todos, sin evitar tal o cual pugilista, práctica que hoy en día es bastante común. Para que quede más claro, a mi parecer ambos caminos merecen el mismo respeto y admiración, ya sea que un boxeador decida permanecer y dominar una sola división por años, o que el mismo boxeador decida ir escalando divisiones y acumulando los respectivos cinturones. A simple vista podría parecer más complicado y desafiante enfrentar rivales físicamente más grandes cada vez, pero no olvidemos que, a su vez, permanecer más de una década en el mismo peso es también un desafío, pues el metabolismo comienza a disminuir paulatinamente a partir de los 25 años de edad (coloquialmente se le conoce como “embarnecer”). El “Finito” siempre fue un hombre disciplinado y reconoce abiertamente que dicha palabra fue la llave de su éxito. Recordemos que sus padres lo enviaron a escuelas elementales (primaria, secundaria) tipo “militarizadas” y por lo tanto sería lógico conjeturar que dicha educación fue la que marcó su personalidad, de tal forma que la disciplina que se requiere para ser un gran boxeador le cayó como anillo al dedo y terminó por amalgamar perfectamente con el profundo amor que sintió por el deporte de los puños desde la primera vez que se calzó los guantes siendo tan solo un niño. En conclusión, el simple hecho de haber marcado el mismo peso durante prácticamente 16 años es una prueba fehaciente de lo contundente, regular y responsable que él siempre fue en los entrenamientos, dietas y demás sacrificios. Otro hecho muy importante y que no se debe omitir es mencionar a sus dos grandísimos mentores: Arturo “Cuyo” Hernández e Ignacio Beristain, las dos más grandes biblias boxísticas que ha dado el boxeo mexicano en cuanto a entrenadores se refiere. Don Arturo sentó sus bases boxísticas y formó al diamante, y luego don Nacho perfeccionó dichas bases y pulió al diamante; prácticamente el primero cubrió en su totalidad la carrera amateur de López y sus primeros años como profesional hasta su fallecimiento en 1990 y el segundo cubrió la fase de los campeonatos mundiales, siendo ambos igualmente responsables del éxito y gloria alcanzados por Ricardo. El boxeo de Ricardo López era una mezcla sublime de defensa y ataque, pues recordemos que en más de 51 peleas profesionales sólo cayó a la lona en una ocasión (único empate) y venció vía KO a más del 73% de sus rivales, retirándose invicto. Fue un híbrido boxístico perfecto de técnica más explosividad. Con suma objetividad pienso que aquel primer duelo con Rosendo Álvarez, que culminó oficialmente en empate, lo ganó por uno o hasta dos puntos. Debido al tan polémico choque de cabezas en el cual el mexicano sacó la peor parte, la contienda se tuvo que ir a las tarjetas antes de cumplirse los rounds pactados; Ricardo no quedó conforme con su actuación y sin objeción alguna negoció ipso facto la revancha inmediata la cual evidentemente ganó, en una muestra más de lo comprometido que siempre se mostró con su gente y consigo mismo. Para su muy mala suerte, precisamente cuando comenzaba a despuntar su carrera boxística se decidió eliminar la transmisión televisiva boxística la cual, hasta entonces, era gratuita en México, para dar paso al pay per view y a la mayor contratación de televisión de paga. Dicho lo anterior es fácil comprender el por qué “Finito” López no fue tan famoso en su época como ahora lo son muchos boxeadores mexicanos incipientes. Siento que este quizá el único factor en contra en toda su carrera deportiva. Resulta un inmenso placer revivir las peleas de López en internet. Si se detienen a analizar, observen como siempre pretendía pararse de inmediato del banquillo al sonar la campanada inicial en cada round y llegar al centro del cuadrilátero con la guardia bien formada y la cara en alto. Su única finalidad era presionarlo psicológicamente, así se tratase del round 12 y estuviera desfalleciendo de cansancio. Me resulta graciosa y realmente admirable dicha manía pues al verlo da la impresión que López leyó “el arte de la guerra” o algún “manual sobre psicología humana”, manifestándose además su dominante inteligencia en el ring. En Japón se escribió un manga muy exitoso sobre un adolescente que gusta del boxeo y relata las típicas vivencias de los pugilistas, en dicha historieta el campeón actual es mexicano y se llama Ricardo Martínez; se trata ni más ni menos de un personaje basado en nuestro “Finito” López, al cual basta decir que allá se le tiene en concepto de “dios” y es un orgullo inmenso leer la idea que los japoneses tienen acerca de los boxeadores mexicanos, reflejando la honorabilidad y respeto que siempre ha caracterizado a los habitantes de dicho país (no en vano actualmente se han convertido en la tercera potencia mundial económica con miras a seguir creciendo). Para concluir me gustaría enfatizar que, en sus últimas peleas, Mayweather se mostró más emocionado de ser entrevistado por Ricardo López que cuando fue entrevistado por el gran Julio César Chávez, en ambos casos Mayweather no dejó de mostrar admiración y respeto por estas leyendas pero ciertamente su gesticulación era marcadamente más franca con López y con él lucía un poco más como cuando nos encontramos inesperadamente a algún artista famoso en la calle y deseamos decirle cuánto lo admiramos. Creo que estos pequeños detalles dicen mucho y naturalmente pasan desapercibidos la mayor parte de las veces. Entonces ¿sigue siendo prudente afirmar que existen 5 o 6 boxeadores mexicanos que se encuentran por arriba de López en nuestro rico recuento boxístico?